Si vienes y no estoy...es que no coincidimos
Volvió.
Otra ráfaga
rozó su rostro,
otro insulto
penetró en su
oído.
La rabia,
la poderosa rabia
inundaba su mente
su tensa musculatura,
cada gota
de su sangre,
las chispas
de sus encendidos ojos,
la sudoración
fría
que asomaba
a su frente,
a sus manos,
a sus axilas,
esas gotas de sudor rabioso
que resbalaban ya
por sus mejillas...
No pudo.
Gritó.
Quiso evitar
el golpe.
Pero no pudo.
La bofetada
se quedó.
Se quedó clavada
en la concavidad
de su ojo.
¡dios, se saldrá!,
Se agita,
pulsea,
late como el corazón,
se saldrá de la cavidad...
¡Me va a estallar! -pensó.
Pero no,
no salieron lágrimas,
no iba a darle ese gusto.
Toda su rabia para él,
absolutamente toda
la rabia era suya.
No entendía por qué.
No habia un motivo.
No había una causa.
Tampoco una razón.
Ella no era culpable
de nada,
de nada de lo que allí ocurría.
La habían traído,
la habían llevado.
la habían manejado...
¿qué más querían de ella?
¿silencio?
¿obediencia ciega?
No. No habría silencio.
No quería más silencio
de la vida que llevaba.
Sólo quería paz,
la que allí no había,
la que nunca
le habían dado.
Sí, quería,
necesitaba paz,
pero no el silencio
de lo que le hizo.
Se encaminó,
como cada día,
hacia su centro escolar.
A veces iba, por ratos,
hasta otro lugar.
Por pasar el rato,
por distraerse,
por desahogar...
total,
¿qué iba a aprender allí?
¿acaso enseñan
cómo esquivar
los golpes?
¿cómo dejar de sufrir?
¿cómo acallar los gritos?
Sí, a veces,
se paraba o se iba
a otro lugar,
por distraerse,
por no pensar.
Los profes no lo entendían.
¿qué sabrán?
¿acaso les gritan...?
¿les dan golpes...?
¡Bah!, ¿qué sabrán?
Pero hoy no,
hoy no se iba
a ese otro lugar.
Hoy su silencio
se quiso desperezar.
Su mente habló,
Su boca pronunció.
El silencio se olvidó.
Y alguien
la escuchó.
Y después,
alguien más.
Preguntaban.
Contestaba.
No hubo silencio.
Hubo llamadas.
Conversaciones.
Explicaciones.
No hubo silencio.
Hubo advertencias,
serias advertencias.
Respiró.
No estaba sola.
A pesar de todo.
No estaba sola.
Volvió.
Otra ráfaga
rozó su rostro,
otro insulto
penetró en su
oído.
La rabia,
la poderosa rabia
inundaba su mente
su tensa musculatura,
cada gota
de su sangre,
las chispas
de sus encendidos ojos,
la sudoración
fría
que asomaba
a su frente,
a sus manos,
a sus axilas,
esas gotas de sudor rabioso
que resbalaban ya
por sus mejillas...
No pudo.
Gritó.
Quiso evitar
el golpe.
Pero no pudo.
La bofetada
se quedó.
Se quedó clavada
en la concavidad
de su ojo.
¡dios, se saldrá!,
Se agita,
pulsea,
late como el corazón,
se saldrá de la cavidad...
¡Me va a estallar! -pensó.
Pero no,
no salieron lágrimas,
no iba a darle ese gusto.
Toda su rabia para él,
absolutamente toda
la rabia era suya.
No entendía por qué.
No habia un motivo.
No había una causa.
Tampoco una razón.
Ella no era culpable
de nada,
de nada de lo que allí ocurría.
La habían traído,
la habían llevado.
la habían manejado...
¿qué más querían de ella?
¿silencio?
¿obediencia ciega?
No. No habría silencio.
No quería más silencio
de la vida que llevaba.
Sólo quería paz,
la que allí no había,
la que nunca
le habían dado.
Sí, quería,
necesitaba paz,
pero no el silencio
de lo que le hizo.
Se encaminó,
como cada día,
hacia su centro escolar.
A veces iba, por ratos,
hasta otro lugar.
Por pasar el rato,
por distraerse,
por desahogar...
total,
¿qué iba a aprender allí?
¿acaso enseñan
cómo esquivar
los golpes?
¿cómo dejar de sufrir?
¿cómo acallar los gritos?
Sí, a veces,
se paraba o se iba
a otro lugar,
por distraerse,
por no pensar.
Los profes no lo entendían.
¿qué sabrán?
¿acaso les gritan...?
¿les dan golpes...?
¡Bah!, ¿qué sabrán?
Pero hoy no,
hoy no se iba
a ese otro lugar.
Hoy su silencio
se quiso desperezar.
Su mente habló,
Su boca pronunció.
El silencio se olvidó.
Y alguien
la escuchó.
Y después,
alguien más.
Preguntaban.
Contestaba.
No hubo silencio.
Hubo llamadas.
Conversaciones.
Explicaciones.
No hubo silencio.
Hubo advertencias,
serias advertencias.
Respiró.
No estaba sola.
A pesar de todo.
No estaba sola.
Valiente, quizá, por fin...
ResponderEliminarsi vienes y no estoy...es que me fui, eche a volar a fuerza de someter mis ganas de gritar, de decir levemente: paz.
ResponderEliminar1 beso
juanmi
Bonito y acertado comentario, Juanmi. Gracias por pasarte y completar.
ResponderEliminarOtro beso
Hola Mafalda:
ResponderEliminarEste poema tuyo me sugiere algo muy concreto, aunque tal vez esté equivocada (ojalá lo esté). En cualquier caso, rebosa rebeldía, el fin de una situación que tenía que llegar a su fin. Te felicito por la valentía que sale de tus palabras.
¡Enhorabuena!
Hola de nuevo, Mafalda:
ResponderEliminarYa te he contestado en mi blog, pero quería agradecerte aquí, en el tuyo, que me hayas incluído entre tus links.
Por cierto, acabo de darme cuenta, no es Andando, sino "Hablando se hace camino". Es una pequeña variación que hice a los versos de Machado,ya que pensé que se ajustaba más al elemento a través del cual nos expresamos en un blog: la palabra.
Mil gracias y hasta pronto.
Nunca dejamos de recibir bofetadas. Las primeras duelen más...
ResponderEliminarLa experiencia nos va sirviendo de blindaje y con mejor o peor suerte, acabamos apendiendo a esquivar los golpes que nos da la vida...
Un saludo, Mafalda
Muy jodido. Una se acostumbra a no llorar cuando lo tiene al lado.
ResponderEliminarA ver, Mafalda, que desde el 7 de febreo sin poner nada ya está bien, eh. Por lo visto si se está un mes sin escribir, el espacio de desintegra, o sea que mira a ver qué haces...
ResponderEliminarJajaja, Angelusa. Gracias por ese toque de atención, pero no creo que se desintegre nada.
ResponderEliminarReconozco que estoy un poco liada, vaga, pero sigo entrando en vuestras casas, esas que compartís conmigo y creo que pronto os dejaré un nuevo post, seguro que antes de tres o cuatro días. Discúlpame, a veces (muchisimas) no consigo hacer todo lo que me gustaría.
Besotes.
Que no sé si es intencionadamente, pero en tus silenciosas confesiones no hay opción a comentarios, y como no me puedo estar callada, pues si no pongo allí la reseña, la pongo aquí.
ResponderEliminarAntes de nada, te digo que me parecen unas confesiones/reflexiones muy íntimas. Sí, ya sé que es una redundancia...
Y que es una buena terápia reunirse con un@ mismo de vez en cuando, sin más testigos. Justo lo que has hecho tú.
Y que me parece estupendo que "no dejes esto".
Y que un beso, Mafalda.
queridisima mafalda
ResponderEliminarantes de nada quisiera trasladarte en un pequeño instante de este cielo que te cobija, la emoción que me has hecho sentir desde la sensibilidad de tus palabras.
Al igual que todos los compañeros que por aqui se asoman y te esperan en cualquier esquina, yo me dejo mecer por el cariño de tus siempre amables y sinceras letras...
tambien te echo en falta, si se me permite la expresión...
ahora, ahora que vuelvo a leerte y releerte, te cuento, que gozo de la mejor suerte teniendo en mi agenda de bolsillo tus palabras, ese dulce bálsamo de la compañia...
hoy la tarde se encierra con un fuerte viento entre los muros viejos de la rutina, y tal vez debería volver, volver allí donde los minutos se hacen remanso de paz...
quiero seguir caminando con ustedes
de la mano
muchisimas gracias por todo querida mafalda
gracias de corazón
1 enorme beso compañera
JUANMI