8 de noviembre de 2010

Retrato de aire.




Tiene una edad incierta, un rostro afable y dos ojos azabache de intensa mirada.
Disfruta de la soledad buscada tras la impresión de una lectura, la mirada introspectiva en la repetición de lo leído, releer mentalmente las frases más bellas o aquéllas que le impresionan con nuevas miradas. Le gusta caminar por sendas solitarias, lugares de todos en los que encuentra dibujos trazados en espirales de viento, lluvia y nubes, o en los que el sol ilumina con ojos de niño, diminuteces de instantes sentidos, soñados o imaginados desde  su caminar de recuerdos presagiados.

 Siente la vida preñada de pequeñas bellezas con las que fabricar historias enredadas en olores, en sonidos, en lluvias, en andares, en sueños; recita pensamientos anudados en olas crecidas de salitre y espuma  con las que jugar al escondite por si la magia infantil surtiera sus sueños de realidades precisas y preciosas a las que aferrarse por siempre con el alma renacida, con el ansia alcanzada.

Su interior está poblado de palabras a las que mima y cuida con maternal instinto. De ellas vive, se nutre, se bebe, se deleita, se juega; por veces las suelta a la deriva en una barca blanca pintada con números, y cuando comprueba que tocan puertos desconocidos y regresan encendidas en nuevas miradas, disfruta desenhebrando el largo sedal que sirve de puente invisible entre mirar y ver lo sentido y lo escrito en una nube de papel desconocida.

Desde siempre le envuelve un sentido de la ecuanimidad más allá de los derechos y deberes aprendidos en documentos revestidos de oficialidad. Le envuelve un halo de exquisita fidelidad consecuente con lo vivido, lo expresado y lo conseguido en su deambular por los abismos de la interioridad  personal e íntima.

En su mirada atenta, lejana y cercana, se adivinan por y para siempre instantes de amor incondicional; de esos que no se firman en ningún acta matrimonial.

Se deleita en músicas tocadas con instrumentos fabricados por el sentido del tacto y con notas audibles exclusivamente por el selecto oído del corazón.

Prefiere escuchar a intervenir, callar a decir. A solas desata su mutismo en historias  y poemas impregnados de sutilidad, delicadezas expresadas desde el goce infinito e íntimo de comunicar, en palabras insonoras, los instantes aprehendidos en las cuentas del collar en que se suceden las etapas de una vida que amalgama lo soñado y lo creado para conformar un mundo personal posible y único.

Tiene una edad incierta,  yo no la sé precisar; nos conocimos en el aire, así, por casualidad.
 A veces hablamos de poemas, de historias o de emociones sugeridas por una puesta de sol sobre el mar. A ambos nos gusta conversar.

6 comentarios:

  1. Qué alma tan sensible detrás de estas palabras. Una descrpción llena de emociones de alguien que cruzó el cielo hasta encontrarte.
    Precioso...eso de coincidir.
    Un abrazo

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  2. saltar del tren:
    Gracias por venir a dejar tus palabras, siempre bienvenidas. Lo que no está claro es quién cruzo el cielo, pero tampoco importa. Estoy de acuerdo contigo, coincidir es precioso, aunque a veces no estemos.
    Un abrazo también para ti.

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  3. Tenéis razón, coincidir es precioso. Y creo que no se trata tanto de cuestiones de espacio o lugar. Muchas veces pienso en todas esas partes de cada uno que se encuentran adormecidas u ocultas y que pasan inadvertidas a los demás. Es triste darse cuenta de que existe mucho de lo que puede producir la coincidencia o la complementariedad, y que nos olvidamos de hacerlo accesible cuando es lo nuestro y de buscarlo cuando es de los demás.

    Precioso y generoso retrato de aire.

    Un fuerte abrazo

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  4. rh:
    Tienes razón, hay muchas partes dormidas que necesitan un simple resorte, una palabra, una frase, para provocar que salgan todas las pequeñas cosas que hormigueban en algún rincón interior. Con frecuencia olvidamos buscar, por cansancio o comodidad; olvidamos mostrar por temor a no ser entendidos o malinterpretados o juzgados.
    Los retratos coincidentes llevan implícita la generosidad, son algo así como la búsqueda de lo positivo en esencia y el descarte de lo negativo por convicción.
    Un fuerte abrazo para ti también.

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  5. Me gusta la gente así, que está a sus cosas pero que si coincide, las comparte de manera discreta. Me gusta la gente que sabe y enseña sin alardear.
    Un besito, Mafalda, y cuéntanos si volvéis a encontraros.

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  6. Ángela:
    ¡Cuánto me alegra el verte por aqui! Tanto tiempo dormido desde nuestros primeros contactos...
    Ya sabes, mi puerta está abierta para cuando quieras dejar constancia de tu huella, siempre apreciada y bienvenida.
    Y respondiendo a lo que dices, solo precisar que hay encuentros que, una vez producidos, no se borran; que no es necesario volver a encontrarse. El hecho en sí, supone un privilegio difícil de repetirse.
    Un besote también para tí, Ángela.

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