Porque te has diluido,
convertido en humo gris.
Ya ves, sin pretender volar...¡tu ser ha devenido en gas!
¡Cuán efímero es el querer!,
pues al cambiar de estado,
olvidamos prontamente
en qué estado estábamos,
de qué mano nos agarrábamos
y hasta a quién pertenecía
nuestro amor profesado.
Fue bello, no obstante,
haberte contemplado
con blancura de nube,
aunque no fuese ésta tu identidad.
Fue hermoso creer, más de un instante,
que podría vivirte por siempre
como se viven las grandes hazañas,
las aventuras largamente anheladas.
Contar contigo fue un bello sueño
que yo disfracé de realidad.
(¡Ay, esta manía mía de no aterrizar!)
Ahora este sueño vaga sin dueño,
suspendido en el aire,
etéreo,
leve,
suave
ahumado...
suave
ahumado...
sin saber muy bien a dónde irá.
¡Tampoco siento curiosidad!