Al mirarte a los ojos,
niña,
me quedé en tu mirada,
te robé el verde mar
que en tus ojos flotaba,
lo envolví en espuma de olas,
hice con ella,
niña,
un collar de marejadas
con las crestas de jade
y la sal de tus lágrimas.
Al mirarte a los ojos,
niña,
me quedé en tu mirada,
te robé el gris de la tristeza
por la que tus ojos penaba,
lo colgué de las nubes
para que por ti lloraran.