9 de marzo de 2012

Esta triste espera.







Sigo acariciando mi vientre y hablándote con mimo aún sabiendo que quizás nunca llegues a nacer. Susurro tu nombre con profunda tristeza porque algo muy dentro de mí presagia que serán estas las últimas veces en que te pueda llamar. En el fondo desearía gritar, gritar desesperadamente, de dolor, de rabia, de impotencia, pero no lo hago porque siempre actúo con serenidad, con calma y no quiero que mi ira te perturbe y empeore tu estado, y el mío, porque tengo la absoluta certeza de que si me dejo llevar mi llanto no cesaría y mis lágrimas lo inundarían todo, todo.

¡Tenía tantas ganas de tenerte en mis brazos, de ver tu rostro, tus ojos, de coger tus manos diminutas, de oler tu piel de seda, de oír tu llanto y de velar tu sueño! Había imaginado cómo crecerías, cómo serías, qué cosas te enseñaría tu hermano y con cuánta antelación habrías aprendido de sus travesuras y su media lengua. Os había imaginado a los dos juntos, cogidos de la mano, cuando dieses tus primeros pasos; sus correcciones cuando empezases a balbucear tus primeras palabras y sus "noes" cuando hicieses algo que a él no le gustase.

Ya han pasado dos semanas desde que el líquido que te protege es escaso, desde que tu diminuto corazón no late como cabría esperar; dos semanas de espera para corroborar lo que mi corazón sabe y mi razón se niega a aceptar. La ciencia actúa con prudencia para poder diagnosticar. La espera se convierte en  inútil sufrimiento difícil de medir.


La tristeza inunda cuanto hago disfrazada de normalidad, ¡quisiera no sentir!, ser piedra del camino o banco de una plaza, ser inerte nada más. Pero soy, estoy, me está pasando a mí, una herida que se abre y no se sabe cómo cerrar. Y te miro a ti, mi primera preciosidad, y solo contigo encuentro consuelo, solo en tu piel y en tu mirada repongo las fuerzas que me faltan para llegar a este triste final. No hay respuestas a mis preguntas, no hay razones para los hechos. Solo tu ternura envuelve mi ser, solo tu abrazo curará mi herida mientras me hablas sin palabras, con esos azules que llegan a mis entrañas. En estos momentos, solo quiero ser espejo de ti.