12 de agosto de 2011

Le escribió una nota breve de renglones irregulares.
Leyó entre ellos las palabras invisibles que no fueron escritas.
Así fue cómo supo que había llegado el final de lo que no había sido principio.
Porque no hubo una búsqueda, ni un encuentro, solo una brisa impregnada de salitre que quedó suspendida sobre el mar; y en ese halo, fue inevitable que surgiesen las palabras, como brota el agua de un manantial. Por eso leyó las palabras invisibles que nunca fueron escritas.





Ya lo esperaba.
Aún así, no pudo evitar que una lágrima cristalizara en su cara como muestra indeleble del hueco que se abría en su alma.
Mas una dulce sonrisa se abrió en su cara, sonrieron sus ojos y su boca;  sintió la misma brisa por dentro, y eso, nada ni nadie lo podía cambiar. Dejó su mirada clavada en la rizada superficie del mar.
Por unos instantes, se sintió salitre en suspensión.
Una porción de íntima felicidad.

4 de agosto de 2011

Enredo.

A veces no sabe
si sube o si baja
si el final es el comienzo
o la noche es el alba.
Camina con las manos
y come con los pies,
escucha con la boca
y habla con los oídos.
Y hubo un tiempo,
sí, lo hubo,
en que hacía como todos,
creía saber si subía
o bajar cuando bajaba.
Ahora ya no importa,
o si importar tiene significado,
ni busca bajar,
ni busca subir...
A veces no sabe si está.