21 de noviembre de 2010

Despalabrando el alma.






















Se borraron los huecos,
las algas los cubrieron,
en medio de la lluvia
una voz ahogada.

Y en medio de todo, la nada.
Y el todo cubierto de lodo.
Y la nada sabiéndose algo.
Y algo convirtiéndose en todo.

Todo lo que se tiene
se puede desvanecer.

Si acaso lo aprehendido
puede permanecer
entre los huecos de los dedos,
entre los poros de la piel.

¿Y tu piel... es mi piel?
¿Y mi poro... es tu poro?

Me duele tu dolor,
tus lágrimas me lloran,
me atenaza tu temor,
se me clava tu mirada.

Lo que tus ojos llovieron,
puntas clavadas en mí,
lo que aulló tu garganta,
cráteres en mi alma.

Si yo supiera cómo,
te desnudaría entera
despojándote de lluvias,
despalabrándote el alma.

En tus ojos de luna
se perdió tu mirada,
encontrarla en tu risa,
mi ferviente cruzada.


A ti, la de ojos de luna y risa estallada,
para que remontemos juntas
los caminos de Seara,
perdiéndonos entre el sabor
de una mora grana
y el olor de la tierra abandonada;
o para encaramarnos al cerezo talado,
pasión deliciosa de mi infancia,
desde donde otearemos
alguna suerte de sol entre nubes desparramadas.