3 de febrero de 2008

Una tarde estupenda.




Hay tardes estupendas en las que una no hace nada especial, nada extraordinario, pero que satisfacen, que se terminan con la sensación de tiempo lleno, muy bien empleado, tiempo compartido en el que lo importante es lo que se habla, cómo se habla, la disposición de ánimo al hacerlo, la total escucha del otro, el interés mutuo por lo que piensa el otro, por lo que tiene que contar, por lo que desea compartir contigo, por lo que recuerda de sí en los momentos en los que está contigo, lo que sugiere tu presencia, o tu momento vital, o tu circunstancia...


Y en esas tardes el tiempo pasa de un modo especial, transcurre, pero deslizándose en los gestos, deteniéndose en las miradas, iluminando los rostros, adivinando palabras, presintiendo emociones, sugiriendo olores...

¡Y ese tiempo es el mejor de los tiempos! Confesarse a uno mismo ante otro para conocerse más, para seguir caminando sabiendo qué paso se da, confiando momentos de otro tiempo y de otro lugar; quizás incluso, de lo que se fue y no se será más.


He pasado una tarde estupenda, se me nota ¿verdad?




9 comentarios:

  1. ¡Bendita sea la tarde estupenda, porque gracias a ella te volvemos a leer!

    Cuando me reponga de la sorpresa, a lo mejor se me ocurre algún comentario...

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  2. No me riñas, senior,q llevo un rachilla regular no más. Demasiadas cosas en la cabeza y quehaceres por doquier.
    Pensaré más en ti, q ya veo q estás al loro en cuanto escribo y procuraré ser más constante. ¡Estas son amigas fieles de verdad y lo demás son cuentos!
    Piensa pronto el comentarios, porfa, ¿vale?
    Un abrazo.

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  3. ¿Por qué ha tenido que pasar la vida?
    ¿Por qué ha tenido que correr el tiempo?
    Pudimos quedarnos quietos
    en aquel minuto eterno,
    en el dulce segundo, amanecido
    de luz y sombra sobre el sentimiento.

    Pienso en tu voz: ya va marcando una
    terrible y dura costumbre de silencio.

    * * *
    Moraleja: Cuando vivas un buen momento, una buena tarde, agárrala fuerte, no la dejes escapar.

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  4. seior:
    Precioso poema, precioso comentario. Muchas gracias.

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  5. Nooooooo no se nota nada ;)
    Qué fantásticas tardes jejejej
    Espero que tengas más de esas. Besoss

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  6. Anda, maja, que las tardes te duran meses

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  7. Eso, eso, que no te hagas tanto de rogar...

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  8. Encantada estoy de seguir los caminos por donde me trae Senior Citizen.

    Un gusto, Mafalda,y ya que estoy dándome una vueltecita por el blog, también voy a dejar un comentario:

    Tuve yo una tardecita de "ésas" hará año y medio.
    Habíamos salido de vacaciones dos familias en dos coches, en total siete personas, ¡pero los siete con intereses diferentes!.

    Ya vais viendo que compatibilizar el escaso tiempo de vacaciones con los gustos de todos y el detalle no menor de las enormes distancias que hay entre un lugar y otro en Argentina (o quizá no tanta, pero lo fueron en ese año porque ni adrede las elecciones eran tan dispares), me quedé una siesta a la sombra de un escuálido arbolito,mientras el resto de la tropa discutía si convenía bañarse en el agua de un arroyito de montaña (donde los lugareños se bañaban con playeras, indicando que el filo de las piedras era más que el deseable o tolerable), otros compraban deliciosas comidas regionales preparadas a la vista y los demás indagaban caminos perdidos en busca de no se qué flor exótica que sólo crece por ahí...

    En un momento se nubló y la temperatura bajó ¡20 grados! (hay testigos) por lo que salí de la sombra y avancé a tropezones cuesta arriba de una montaña cuyos caminos son de una arenisca resbalosa, bordeados de tanta mata de espino tan espinudo que al poco abandoné la idea y me senté contra una gran piedra.

    Y ahí fue la, digamos, "epifanía": me sentí acompañada...estando sola, a más de 3000 m snm, con un sol de justicia/unas nubes negras que se alternaban cambiando el paisaje, y ni un sólo ruido, salvo el del viento.
    Nada. Era nada, y era todo.
    Me recliné más en la piedra y entrecerré los ojos: ¡me sentí bien!

    Pasó el tiempo, hubiera jurado que cuatro o cinco horas, sólo interrumpidas para beber pequeños sorbos de agua (la humedad relativa ambiente promedio de esa región es de 25%)cuando oigo que alguien silba: era un pastorcito, que salió en mi busca ya que mi familia no vio la nota que dejé en el árbol (luego de ver las cabras supe el destino de la nota...).

    Me asombré al saber que no fueron horas sino apenas 30 minutos, ya que el camino al arroyo estaba cortado por un derrumbe, y en lo poco que quedaba de la tarde la idea era aprovechar para regresar y visitar otro lugar igual de perdido que de hermoso.

    Si es cierto que tenemos un lugar en el mundo, lo supe ese día, y se los cuento: se llama Tástil, fue una ciudad preincaica (pre incaica, no precolombina: a la llegada de los conquistadores ya fue "conquistada" por los Incas) y guarda en esa montaña una historia increíble.

    Tástil significa "piedra que suena", y así es, las fonolitas (piedras que contienen hierro) cuando se las sabe golpear, producen sonidos y a tal punto que pueden encontrarse en una sola piedra todas las notas musicales.

    Bueno, Tastil es "ese mi lugar" y si a alguien le interesa, hice una pequeña colección de fotos en flickr que pueden ver aquí
    http://www.flickr.com/photos/nfer/sets/72157594552008008/

    ( Senior Citizen, mire cómo me dispersé, espero que este atrevimiento no ofenda a la dueña de casa...me salió todo así, de golpe y de lo más profundo del corazón)

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  9. Dudo que Mafalda haya tenido nunca un comentario tan largo y descriptivo, una historia mágica que podría ser un post en Comentaristas, pero que Nfer, de mi mano, ha traído hasta aquí.

    Ahora solo falta que la dueña de la casa pase por su casa. Que no es fácil.

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