9 de junio de 2009

UNA NOCHE DISTINTA.


Posiblemente sabéis que corren malos tiempos para el amor, pues cuando la preocupación primordial se centra en la subsistencia pura y dura, en dilucidar qué ingredientes para la comida de hoy estarán tan asequibles que nos permitan comprarlos y que nos espera toda una semana de números y más números para cuadrar el balance del debe y el haber, en ver a qué le podemos quitar para poder en otro lado poner; está claro que no disponemos de tiempo para amar, ni a nosotros mismos ni a los demás. ¡Vamos,cómo para gaitas está el asunto!


Si no lo creéis, leed lo que sigue.


Una noche distinta.


Pareja en el dormitorio, ella haciendo anotaciones en una libreta con aire de honda preocupación. Él sale del baño muy ufano, con una revista de cochazos en la mano. La deja en la mesilla, se acuesta y se aproxima muy cariñoso a ella:


-"Retocemos un ratito está noche, cariñin".


- Sí, claro, cómo si no tuviera toda la mente con sus correspondientes conexiones nerviosas superocupada en cosas bastante más importantes. ¿Tienes alguna idea para poder pagar la maldita calefacción, que por cierto, de seguir así la tendremos que poner hasta en el verano, cuando nos falta más de la mitad del dinero del importe del recibo y de ahí tendremos además que comer...?


- Bueno, todo se arreglará, ya verás como todo se arregla tarde o temprano.


- Sí, sí, pues más vale que sea pronto, porque si se arregla tarde me llevará a mí con los pies por delante, porque ya se me agotaron todas las ideas y trucos hace tiempo.


- ¡Qué exageración! Disfrutas exagerándolo todo.


- ¡Faltaría más! Que los gastos fijos superen los ingresos es una exageración por mi parte. Que si esto sucediese sólo un mes, tendría un relativo arreglo, pero cuando llevamos un año arrastrando deudas del mes anterior al siguiente y así sucesivamente, ya me contarás dónde diablos está la exageración.


- Pues habrá alguna solución, digo yo. No sé..., por ejemplo pedir dinero a una financiera.


-¿Pero tienes idea de los intereses que cobran? ¿Cómo vamos a pagar la altísima mensualidad que adeudaremos a la financiera? Y estos no se andan con chiquitas, que te cobran o te cobran, te persiguen hasta en el infierno, vamos.


- Piensa entonces, algo habrá que podamos hacer.


- Sí, ya, ¿y por qué no piensas tú algo en vez de dejar que todas las soluciones las ponga yo? ¿Sabes que te digo? Que de seguir así ya te estás yendo al Carrefour a comprar pañuelitos de papel para vender en los semáforos.


- Desde luego estás de atar. ¿Cómo voy a ponerme a vender pañuelos de papel en los semáforos? Si además ya no los compra nadie. ¡Era lo que me faltaba!


- Pues ofrécete como acompañante amoroso, me da igual, pero haz algo que suponga traer dinero.


-Decididamente estás ida. No me puedo creer lo que estoy oyendo. No puedo creer que lo digas tú.


- ¿Ah no? ¿Y por qué no me creíste cuando te repetí mil y una veces que no podías ir a tomar el vermouth todos los días, ni quedar a tomar la cervecita con los compañeros del trabajo por las tardes y cuando trajiste el televisor de 42 pulgadas de pantalla plana y móviles para toda la familia, que si me descuido hasta se lo compras al perro?


- Pero si yo no hice más que lo que hacía todo el mundo, lo que constantemente repetían en los medios de c,omunicación, en los servicios técnicos cuando llevabas el televisor a reparar: "No le merece la pena arreglarlo, le va a salir más caro que comprar uno nuevo"...


- Ya, ya... Ya ves en qué dio la cosa. ¿Sabes que te digo? Que la que se va a poner en una esquina soy yo, con un cartel muy grande que diga: "Sin techo por marido incrédulo. Acepto trabajo doméstico a cambio de casa y comida, sin más responsabilidades".


- Pero...¿Cómo vas a hacer eso? ¿Quién va a hacer la comida y atender a los niños y hacer el resto de las cosas que tú haces?
- ¡Me largo!

- ¡Qué bromista eres! Ja jajaja.

- Ríete cuanto quieras, puede que sea la última vez que lo hagas en mucho tiempo. Yo ya he tomado mi decisión.

- Pero... ¿cuaaaaal?

- La de dejarte con todo el mundo publicitario que tanto reverenciaste, con los niños para que tengas en qué entretenerte mientras piensas cómo hacer para salir de este socavón y de paso haces la compra, friegas, pasas la aspiradora, cocinas, limpias el polvo, los cristales y todo lo demás.

- Me voy. Adiós.

(La mujer se levanta y se va. Él queda boquiabierto, tumbado, sin reaccionar.)


-

3 comentarios:

  1. Muy bueno y por desgracia como la vida misma

    ResponderEliminar
  2. a veces no vemos la verdadera realidad hasta que no nos atropella por delante...

    me gusta mucho!!
    un saludoooooo

    ResponderEliminar
  3. muy lindo todo lo que escribes, espero sigas así

    encantatuvida.blogspot.com

    ResponderEliminar