20 de febrero de 2011

por un instante


 
búscame
entre las luces del atardecer
cuando todo se torna de otro color
y se instalan los silencios esperados
búscame
entre las nubes inciertas
las que ocultan y muestran
y se ríen de nuestro desconcierto
búscame
entre los pliegues de la tierra
cuando se abriga de un frío de siglos
y se abulta en montes infinitos                           
búscame
entre los guijarros del fluir del río
cuando la corriente murmulle
adagios en el agua
búscame
entre la espuma de una ola
cuando estalla salpicando la costa
y retrocede volviendo otra vez
búscame
entre los vientos húmedos del  norte
engarzados en la ramas de un roble                            
cuando las hojas tiemblen y hablen
de los hechos que ocultan los sueños
búscame
por un instante 
alguna vez
entre las líneas de un libro                     
en el espacio entre palabras
y hasta en un pentagrama 
cubriendo todos los huecos
hasta encontrar tu alma
búscame
a donde quiera que vayas
o donde quiera que estés
me encontraré siempre
donde tú me busques
por un instante
por uno solo
¡búscame!















4 de febrero de 2011

Desnudez sonora
































Qué desnudo
tu esqueleto
si no lo cubren
las palabras.

Qué secas
tus raíces
si no las alimenta
el agua.

Qué mudez
la de tus ramas
si las envuelve
el silencio.

Qué cobarde
tu apostura
si no responde
a los vientos.

Qué latidos
te dan vida
aun desnudo
de verdores.

Qué sonoro
ese silencio
agazapado
en tus brotes.

Y qué finura
la de tu sombra
entre hierbas
y matojos.

23 de enero de 2011

Mimosa para Senior Citizen

Ignoro lo que ha sido esta mujer en sus años mozos, cuando la vida ofrecía decisiones indavertidas que se tomaban sin saber cómo ni porqué. Ignoro cuáles fueron sus experiencias, su trabajo, su círculo de amistades. Nada sé de su antes de aparecer comentando en los blogs que yo visitaba y en este en el que publico, pero me gusta imaginarlo. Me gusta cómo habla en palabras escritas,  de cómo suenan las habladas,  tampoco sé; admiro su valentía de emprender  esta aventura virtual con una maravillosa facilidad (usando sus propias palabras) en la "curva de la vida", llenar su espacio de temas que los demás olvidamos, decir las cosas sin rodeos y llamándolas por su nombre, recordar a los que significaron y ahora no están, descubrirnos poemas de los que nada sabíamos, historias que pocos escucharon y poner el punto sobre muchas de la ies de la a veces terrible actualidad. La cultura encuentra asiento en su patio andaluz, entre macetas de geranios y una reproducción de el macasar; solo le falta una mimosa, por eso yo, virtualmente y cómo muestra de lo mucho que la admiro, se la voy a regalar.





Disfruta mucho con las visitas, las atiende siempre con prontitud; este es el patio en el que escribe, por si os queréis acercar: http://www.el-macasar.blogspot.com/






Senior, siento que en la foto no pueda incluir su olor, pero seguro que tú lo evocarás con facilidad. En mi casa flota su fragancia desde que floreció. Ahora, cuando la miro, también me acuerdo de ti.

























19 de enero de 2011

Cuaderno de visitas para A.





Acabas de estrenar un libro de visitas, como en los restaurantes famosos, los museos o las fundaciones. Este es más personal, más íntimo, se extiende a las personas que compartieron y comparten tiempo contigo.

Pensaste en comprar un cuaderno precioso, con pastas de color verde esperanza y páginas de todos los colores: naranjas, para plasmar en ellas todos los amaneceres contemplados tras una noche de amor y toda la espontaneidad de las alegrías ; rojas, para contar en ellas todas las pasiones que anidaron e inundaron tu ser y que todavía inundarán; grises, que narren la tristeza que embarga y la lluvia que nos resbala por el cuerpo desde la mirada; marrones claro y oscuro, para decir de los senderos del otoño por los que caminar sin prisa observando el volar de las hojas en su descenso al suelo alfombrando el crujiente camino que se pisa; amarillas, para anotar lo que celosamente se guarda y resulta complicado compartir; lilas, que reflejen el alivio sentido tras haber escrito en ellas las palabras que más dolor  han causado; azules, como el cielo y el mar de verano, en las que contar la sensación de frescor en la piel cuando las olas envuelven con guiños de sol y nos sentimos renacer;  blancas, que cuenten los momentos más puros, inocentes y templados; rojoazuladanaranjadas, que resuman la belleza de  los anocheceres de los días vividos con intensidad y de los vividos desde el sosiego; verde claro, en las que escribir los momentos nuevos, los de nuevos encuentros en el camino como lo hace la primavera en los brotes de las ramas. Pensaste en comprarlo, pero no es necesario, cada hoja se pintará del color elegido atendiendo a su contenido y al gusto de la persona que en él escriba; así, cada cual, escogerá a su gusto el color del tiempo compartido.





Parece ser que seré la primera en comenzar a contar mi tiempo contigo.
Vuelvo atrás en el recuerdo y te cuento, en hoja naranja:


Corría el mes de setiembre y teníamos como década y media menos. Me habían hablado de ti y tenía ganas de conocerte. La idea que nos hacemos previamente de quien aún no conocemos más que a través de los ojos ajenos, no siempre coincide con la realidad; pero mi idea se vio superada. Me gustó la claridad de tu aspecto, tu forma de vestir, la limpieza de tu mirada y la alegría que emanaba de tu sonrisa. Tus manos, finas, delicadas, cuidadas, expresivas, hábiles.

Algo se cruzó en nuestras miradas, quizás una reciprocidad sobre una idea previa.

Había fuerza en tus palabras, energía que fluía en lo que decías. Y seguridad, lo que decías, equivocado o no, se revestía de seguridad porque respondía a un razonamiento lógico y a una reflexión  sobre el cómo y el por qué.

Empezamos a trabajar juntas. Y fue un privilegio. Tu mente sintética, práctica, resuelta, abrió caminos para lograr objetivos. Subyacía una voluntad convencida de hacer, de hacerlo lo mejor posible, y nos cuestionábamos cuando algo no resultaba como esperábamos. Recuerdo la fluidez que surgía con total naturalidad en las intervenciones que hacías, con la confianza de quien está a gusto y se manifiesta como lo haría si se encontrase en su casa. Todas las horas que trabajé contigo se quedarán en mi memoria como tiempos de disfrute, aprendizaje y buen hacer.
Por eso escogí el color naranja para esta hoja en la que escribo en tu cuaderno de visitas, porque juntas trabajamos con alegría, y no hay mejor y más productivo modo de trabajar que el de poder hacerlo codo a codo con alegría.

Si he refrescado tu memoria, espero que aflore, tras leer estas palabras, tu bonita sonrisa.
Un beso con sabor a mar.




8 de enero de 2011

Siempre tus palabras.

A Pablo.




Andan sueltas las palabras por la casa, las recojo en cualquier lugar; en la cocina en medio de los olores que se desprenden de las ollas o del horno; tumbadas en el sofá de la sala; por las escaleras; en el estudio o en el cuarto de baño. Las conozco. Siempre estuve muy unida a ellas, desde su primera y titubeante  vocalización. Estos días son cercanas, están aquí, pero habitualmente se desparraman en otros lugares que no me son  accesibles. Y es un gozo encontrarlas; a veces, adormiladas; otras, serenas y lúcidas.





A veces son breves, cuando las preguntas escuchadas requieren respuestas de rotundidad;  otras lentas, cuando el pensamiento se enrosca en las espirales del cerebro buscando las conexiones que pongan en funcionamiento a las neuronas despistadas que se pierden y adormecenen entre circunvoluciones y cisuras como si de un laberinto se tratase. A menudo siguen teniendo, al inicio y al final, signos de interrogación.
Y llega una a acostumbrarse, en pocos días, a esas palabras desparramadas; como si nunca se hubiesen ido, como si solo hubiesen estado en silencio más tiempo del habitual. ¡Es tan fácil fascinarse con ellas, discutirlas, contrariarlas, asentirlas o simplemente escucharlas...! ¡Es tan fácil tenerlas cerca y tan difícil verlas alejarse aún sabiendo que volverán!



En la mañana, aún me parecía encontrarlas en medio de las sábanas al deshacer la cama y al recoger las toallas para lavarlas; entre las tazas y en la cafetera Esta tarde, al regresar a casa, se habían ido. Y un hueco raro se hizo entre ambos pulmones.




Me di cuenta, entonces, de lo rápido que me habían pasado estos días tan tranquilos, en lo a gusto que me he sentido teniendo cerca tus palabras, tu sentido mimo y tu amor incondicional. Gracias por dejarme compartir tu ser otra Navidad más.

1 de enero de 2011

Efímero en amarillo.



Mírate, cúanto has crecido. Apenas  medías dos metros, tu tronco era una rama delgada que se doblegaba con los vientos suaves, parecías romperte cuando Eolo se enfurruñaba. Pero tienes el don de la ductilidad, sabes mecerte en la brisa y bailar con el viento esa danza sabia que aparenta no oponer resistencia en los embates hasta recuperar tu ascensión a la luz que te alimenta. Temí por tu vida en más de una ocasión. Siempre te otorgué una atención especial, el más contemplado de los arbolillos que planté, con el que más ansia esperé la floración. Es por tu vistosidad amarilla, por tu olor tan especial que inunda el espacio y nos empuja a buscarte. Tus flores, redondos y diminutos algodones pelosos tintados de amarillo intenso, se cuelgan por doquier a lo largo de todas tus ramas recostados entre las plumas verdes de las hojas.
No recuerdo bien cuándo fue que vi por primera vez a uno de tu especie, solo recuerdo quedarme prendida en su flor, en su tacto suave y acariciador y que, inusualmente, nació en mí el deseo de tenerte cerca, de mirarte cada día,  de impregnarme de tu olor.
He cuidado de ti como se cuida a los buenos amigos, esos que llenan la vida de momentos de intimidad, de gustos compartidos, de risas francas y llantos  inevitables,  de  comidas relajadas y cafés  de conversación. Sé que un día, tú seguirás engrosando, duplicarás tus ramas y cada  otoño miles de brotes de algodón poblarán tus ramas para florecer en invierno, en alegre contraste con el gris del cielo; y sé también que yo no estaré aquí, frente a la ventana o al pie de tu tronco, para mirarte, para alentarte en tu explosión amarilla, para susurrarte la belleza que me empapas. Yo marcharé, de un modo u otro, y tú seguirás aquí, donde te planté, haciendo que otras miradas se posen en tus ramas, que otros ojos se inunden de amarillos y otras manos acaricien tu espalda.
Marcharé tranquila, sín lágrimas. Sé que sabes que te llevaré conmigo, aquí, en el alma; porque te quise, te cuidé, te hablé con la mirada; y tú me diste, mucho más de lo que yo esperaba; tanto tanto, que cuando mire a otros, solo te veré a ti, plantado ante mi ventana.
Recuerda lo efímero de toda estancia, entenderás entonces que te di cuanto pude darte; eso bastará para que sin mí llegues tan alto como quieras, porque en tu deseo está la fuerza y en tu voluntad la decisión.
Anteayer parecía que echarías tus ramas a volar, ¿sabías ya de  mis alas?
Presiento que lo sabes, a pesar de no decir nada.
No me cabe duda, florecerás, amarillo y hermoso, esta semana. Me darás un ramo de algodones que dejaré secar sin agua. Lo pondré sobre la cómoda para que me coloree cada mañana.
Hasta que tenga memoria te guardaré en mi mirada, a ti, árbol con nombre de mujer frente a m ventana.

10 de diciembre de 2010

Reflejos.


















lloviznas

sobre los verdes
nieblas
en las ventanas
reflejos
de cristales
engañando la mirada.

y un fino horizonte
dibujado
a pinceladas
traza azules
pinta alas
y un suave
color púrpura
cabalgando en una rama

qué de nuevo
traes
que no se sepa

qué de antiguo
que se engancha

qué promesa
secreta
murmullas
esta mañana

difuminando
los rojos
en grises
sin esperanza

21 de noviembre de 2010

Despalabrando el alma.






















Se borraron los huecos,
las algas los cubrieron,
en medio de la lluvia
una voz ahogada.

Y en medio de todo, la nada.
Y el todo cubierto de lodo.
Y la nada sabiéndose algo.
Y algo convirtiéndose en todo.

Todo lo que se tiene
se puede desvanecer.

Si acaso lo aprehendido
puede permanecer
entre los huecos de los dedos,
entre los poros de la piel.

¿Y tu piel... es mi piel?
¿Y mi poro... es tu poro?

Me duele tu dolor,
tus lágrimas me lloran,
me atenaza tu temor,
se me clava tu mirada.

Lo que tus ojos llovieron,
puntas clavadas en mí,
lo que aulló tu garganta,
cráteres en mi alma.

Si yo supiera cómo,
te desnudaría entera
despojándote de lluvias,
despalabrándote el alma.

En tus ojos de luna
se perdió tu mirada,
encontrarla en tu risa,
mi ferviente cruzada.


A ti, la de ojos de luna y risa estallada,
para que remontemos juntas
los caminos de Seara,
perdiéndonos entre el sabor
de una mora grana
y el olor de la tierra abandonada;
o para encaramarnos al cerezo talado,
pasión deliciosa de mi infancia,
desde donde otearemos
alguna suerte de sol entre nubes desparramadas.


8 de noviembre de 2010

Retrato de aire.




Tiene una edad incierta, un rostro afable y dos ojos azabache de intensa mirada.
Disfruta de la soledad buscada tras la impresión de una lectura, la mirada introspectiva en la repetición de lo leído, releer mentalmente las frases más bellas o aquéllas que le impresionan con nuevas miradas. Le gusta caminar por sendas solitarias, lugares de todos en los que encuentra dibujos trazados en espirales de viento, lluvia y nubes, o en los que el sol ilumina con ojos de niño, diminuteces de instantes sentidos, soñados o imaginados desde  su caminar de recuerdos presagiados.

 Siente la vida preñada de pequeñas bellezas con las que fabricar historias enredadas en olores, en sonidos, en lluvias, en andares, en sueños; recita pensamientos anudados en olas crecidas de salitre y espuma  con las que jugar al escondite por si la magia infantil surtiera sus sueños de realidades precisas y preciosas a las que aferrarse por siempre con el alma renacida, con el ansia alcanzada.

Su interior está poblado de palabras a las que mima y cuida con maternal instinto. De ellas vive, se nutre, se bebe, se deleita, se juega; por veces las suelta a la deriva en una barca blanca pintada con números, y cuando comprueba que tocan puertos desconocidos y regresan encendidas en nuevas miradas, disfruta desenhebrando el largo sedal que sirve de puente invisible entre mirar y ver lo sentido y lo escrito en una nube de papel desconocida.

Desde siempre le envuelve un sentido de la ecuanimidad más allá de los derechos y deberes aprendidos en documentos revestidos de oficialidad. Le envuelve un halo de exquisita fidelidad consecuente con lo vivido, lo expresado y lo conseguido en su deambular por los abismos de la interioridad  personal e íntima.

En su mirada atenta, lejana y cercana, se adivinan por y para siempre instantes de amor incondicional; de esos que no se firman en ningún acta matrimonial.

Se deleita en músicas tocadas con instrumentos fabricados por el sentido del tacto y con notas audibles exclusivamente por el selecto oído del corazón.

Prefiere escuchar a intervenir, callar a decir. A solas desata su mutismo en historias  y poemas impregnados de sutilidad, delicadezas expresadas desde el goce infinito e íntimo de comunicar, en palabras insonoras, los instantes aprehendidos en las cuentas del collar en que se suceden las etapas de una vida que amalgama lo soñado y lo creado para conformar un mundo personal posible y único.

Tiene una edad incierta,  yo no la sé precisar; nos conocimos en el aire, así, por casualidad.
 A veces hablamos de poemas, de historias o de emociones sugeridas por una puesta de sol sobre el mar. A ambos nos gusta conversar.

6 de noviembre de 2010

Mirando en verde-azul.



Hoy no quiero dormir, me quedare aquí, mirándote; mirando tus cambiantes tonalidades verdes , tus azules , tus grises, tus ocasionales blancos  ... Sé que tu inquietud  no es permanente, que habrá momentos, días completos, en  que la calma anidará en  ti mientras me haces guiños embaucadores; querrás mostrarme entonces cuán bueno puedes llegar a ser, tú, magna superficie deslumbrante acariciadora de pieles ávidas de frescor,  relajante cuna en la que mecerme, queda y suavemente.


fotos de Gala.( Gracias por dejármelas.)


Hoy, mientras dure  tu inquietud, permaneceré despierta  para admirarte. Aún no sé en  qué estado me gustas más ... furia o calma, calma o furia.



Llega  a mí tu olor, es más fuerte hoy, me impregna.
Amaneceré oliendo a ti, oliendo a inquietud.
Tal vez más tarde saborearé tu calma, la que guardas  para las buenas estaciones. Sé que este  mes te intranquiliza, te agita, te prepara para estados posteriores en los que  tu furia es más intensa, más sobrecogedora,  más brutal. 


Hoy me sugieres ímpetu, fuerza, osadía. Por eso no quiero dormir,  quiero mirarte, así.
Quizás  tu  fuerza me eleve por encima de mí misma y podré llegar a sentir, por un instante, qué sortilegio se produce en el embiste de tu mirada hasta recalar en la playa o conseguir estrellarte en violento beso en el precipicio del alma.


                                                                                                                      





2 de noviembre de 2010

Una mirada otoñal.


Las  hojas secas se arremolinaban contra el bordillo de las aceras, obturaban las rejas de las alcantarillas, allí detenidas se mezclaban. Comenzaba a llover, Las gotas resonaban sobre la sequedad de las hojas evocando una especie de música aún no inventada... Paraguas abiertos, apuro en las pisadas, rostros contraídos asiendo las bufandas, manejando con destreza la dirección de los paraguas. Un perro empapado se enreda en sus piernas, trastabillea su paso, dobla su cuerpo, recupera el equilibrio. Un pequeño susto, no fue nada. El perro escapa asustado. El hombre sonríe benévolo; tiene una dulce mirada. Se cruzan, la suya y la mía, por azar. Prosigo mi camino, ambos en la misma dirección. Me aborda con voz grave con una pregunta sin más. Me quedo detenida en sus labios esperando salga de nuevo su voz. Perdone si insisto, ¿sabrá decirme...? Reacciono aturdida, me disculpo y le indico. Puedo acompañarle, me dirijo también allí. Nuestros pasos idénticos, sin prisa ni pausas, caminaron la ciudad aquel día, y muchos más.
Fue un día de otoño. Fue en otoño cuando asomó la primavera a estos días grises de dos personas cualquiera. Todo lo vieron, todo lo miraron con la mirada nueva de quien no conoce nada. Juntos exploraron los secretos del juego de las miradas, todos los recovecos caleidoscópicos del mundo de las palabras, todas las íntimas entrañas del alma. En ellas permanecieron, buscándose, llenándose, llamándose, gozándose durante un presente infinito, imposible de precisar.
Es Otoño, otra vez. No hay un perro empapado con quien tropezar. Apenas quedan hojas que la lluvia haga sonar. Es Otoño, pero no es el mío, no es aquel en el que el hombre de dulce mirada me habló con su voz. No hay a quien acompañar. Ni miradas nuevas que aprender. Ni casi nada por conocer. Ni entrañas del alma a las que llegar. No hay palabras que traducir en colores que ahuyenten las sombras negras de esta soledad. Soledad ovidada en su mirada otoñal.
.

Podría olvidar que un día, por azar, encontró tu nombre flotando en el mar, pintado en una barca que sostenía una red tejida de susurros. Podría olvidar el hechizo sentido, haberse alejado del inmaterial tejido, obviar lo oído
Y siguió tu estela de sueños no soñados, tu búsqueda de sombras grises, de negros azulados, de nortes no registrados en las brújulas, de horizontes externos al yo, de pensamientos prendidos en el ánimo, de sentimientos destilados en las aguas pantanosas de la humanidad.
Y decidió seguir tu espuma, mirar a tu través. Descubrió claridades suscitadas,  soledades recordadas,  un no sé qué individual y universal a la vez, miradas desgajadas desde el espejo del alma.
Podría olvidar tu nombre, algún día.
Podría olvidar que olvidó, la promesa de olvidar tu susurreante navegar.
Podría olvidar, un día cualquiera, que tu nombre flotaría siempre rumbo al norte tintado de negro y púrpura donde aguarda el presagio de un alma detenida.

22 de octubre de 2010

Deseos.

Deseó cubrir su cuerpo mojado de arena blanca y dejar que el viento la desprendiese lentamente, ir siendo poco a poco desgranada.
Deseó cubrir su cuerpo con traje de arena, entrar en el agua, y sentir cómo se hundían los granos en el mar.
Y ser grano de arena hundiéndose lentamente en el mar, caer suavemente sobre el fondo y ser mecida por las olas, a pequeños ímpetus, a caricias salitradas, y resbalar por la escurridiza superficie de las algas, empaparse de su olor fresco cuando el mar las baña.
 Y cuando el mar se enfureciera, salir del agua  montada en la cresta de la ola más alta, esa que todo lo cubre y estalla en espumas blancas, alcanzar de nuevo la playa y descansar un rato allí, acompañada. Formar parte del castillo que en su cubo voltea un niño, ser testigo de su alegría al conseguirlo, adherirse en su mejilla y salir pegada en su cara por saber cómo sería su regreso a casa.
Ser barrida del suelo por una escoba ya gastada o tal vez ahogada en el desagüe por un chorro de agua dulce, tan contraria a la salada.
Buscar un destino diferente para una arena de playa.
Sentir siendo minúscula pasiones inventadas. Lograr deslizarse envuelta en una lágrima. Depositarse sin prisa en la comisura deseada.
Subir en ala de gaviota y  sobrevolar la playa.

18 de octubre de 2010

Sueños intermitentes.




Estos días claros, templados y azules traen sueños a mis noches en donde apareces sin rostro, sin cuerpo,  dotado sólo de voz, de palabras. Establecemos diálogos interminables, pero no se quejan las gargantas, no se quiebran las voces, no hay cansancio. Despierto entre diálogos con tu voz resonando en mi cabeza. A trompicones me levanto hasta el cuarto de baño, doy traspiés hasta la cocina para llenar un vaso con agua. ¿Se me habrá resecado la garganta soñando tras largas horas de charla? Giro la cabeza, por si tu fantasma me acompaña. Pero no, no estás, no oigo ni el roce de una sábana al arrastrarse, ni el leve quejido de un alma. Miro por la ventana, semioscuridad y luz tenue de farolas alternadas en medio de algunas casas. Algún sonido lejano de algún animal nocturno que llama a la madrugada. La luna enseña sólo media cara, oculta su medio rostro  entre nubes azuleadas. Sospecho que se esconde por no mostrar su sonrisa ante mi idea descabellada. La luna lo sabe todo, nos espía encaramada; goza de aventajada postura para colarse por las ventanas y llegar hasta las camas, donde dormidos creemos que es nuestro lo que soñamos, lo que soñamos entre sábanas.

15 de octubre de 2010











"Las cosas más hermosas, ocurren en secreto y en privado".
                            La habitación de invitados. Helen Garner.                                                               .



Entre la bruma marina,
                     silenciosa y calladamente,
se coló tu voz ahogada
                     hasta mi puerta entornada.
¿Qué secretos me confiabas
                    entre crepitar de espumas
y aleteos de gaviotas
                   al susurrarme palabras?
¿Qué ansiedades sudorabas
                  en tu soñar de inmensidades
hasta sacudir el salitrado lastre
                  en la arena remojada?
Desnudaste lentamente
                  pedacitos diminutos
de tu alma renovada
                  dejándolos caer en las caracolas del agua.
Recogiste las huellas
                 de mis leves pisadas,
las acunaste en tus brazos
                hasta llegar el alba.
Dormidas,
               en la arena,
quedaron dos almas,
               la una de claridad,
la otra de esperanza.
               En el claro del día
se encontraron en la arena,
                dibujada,
la silueta  de un hombre
                con los brazos sosteniendo
las huellas de unas pisadas.

                No me preguntéis nunca
si fue realidad o sueño,
                pero sentí el vaivén
que adormecía mi credo.

5 de octubre de 2010

Poema disparatado.

A "Errehache", por si su pregunta fuese un disparate.


A veces se oyen
desde dentro,
como un eco.

A veces se huelen
en el aire,
como un perfume.

Y otras, sólo
se recuerdan
en los pensamientos
guardados en los poros
que la memoria
dejó indelebles
desde la niñez
desnuda de disimulo.

A veces regresan,
como las aves migratorias,
colgados de hilos
de telarañas,
suscitados
por la lene impresión
de un tacto,
por la mirada perdida
en el horizonte marino,
por la lluvia constante
contra el cristal empañado,
por el olor de la leña
al arder en la lumbre.

Y son míos,
y son tuyos,
y a veces están
y otras no.

Reflejan un cosmos
pequeño, individual;
conforman el ser,
diminuto, esencial.

Y la vida subyace
bajo el manto líquido
que nos envuelve
aunque no sepamos nadar.
Porque regresar
sería volver a empezar
desde antes de ser.

Entre  aire y agua
se filtra la luz,
su brillo deslumbra,
nos embauca;
y recordamos,
para vivir,
el momento de nacer.

7 de junio de 2010

Nada es sólo una palabra.

Y nada es igual, aunque lo parezca casi siempre. Lo cotidiano extiende su manto y nos aprisiona otorgando sensación de igualdad. Ni lo metódico es totalmente igual. Las palabras pensadas no son las mismas ahora que mañana, antes que después. Ni los sabores son los mismos aunque se desayune lo mismo cada día y se coma y se cene a la misma hora día tras día. El humor, la pereza, la actividad, la incomodidad, la tristeza, el deseo, la alegría... , no son iguales ayer y hoy y mañana.


Sin embargo el manto cotidiano se extiende y agarrota los músculos. Impasibles. Están envueltos en una rutina que nos empeñamos en disfrazar de igual.


Y nada a veces es todo. Todo lo que se nos agarrota en la garganta y quisiéramos expulsar. Todo lo que pensamos y no nos atrevemos a pronunciar. Todo aquello que nos dolió y aún, sutil y agazapadamente, se sacude con latigazos en nuestro interior.


NADA, decimos cuando se nos pregunta qué nos pasa.
TODO se acumula en NADA.
Ese NADA que no  podemos contar o este TODO que nos pertenece.


¡Cuánto se puede expresar con NADA, aunque sólo sea una palabra!

5 de abril de 2010

Despetar del letargo invernal...

Amanecímos a la par el día y yo,al alba,
con esa primeras luces tenues, rosadas,
azuleadas y silenciosas.





Breves minutos para tanta belleza.

Mis ojos despertaron captando el silencioso trayecto de la luz a través del algodón de nubes tintado en colores.


Y al mediodía, los pequeños algodones blancos que le sobraban a las nubes, se habían ido posando delicadamente sobre cada rama. ¡Ya estaba aquí! De nuevo mis ojos podían sentir cómo se colgaban los árboles cercanos sus livianas vestiduras, engalanados para la ocasión, antes de que el verde nuevo de las hojas quitase protagonismo a su blancura.



Hasta la roca albergó vida entre sus oquedades. ¿Es la roca un ser inerte ahora que se ha vuelto cómplice de la primavera?



 
Diminutas hojitas blancas que parecen colocarse a su antojo. Delicadas, perseverantes, ni la lluvia ni el viento logra abatirlas.
                                                 
                                                                     
                                                                                    ¡Y cómo no! Narciso abre su color, ese espectacular e intenso amarillo... y ese olor.


                                                                                                                                                                                          Y Y por último, llegó ella, la dama de la noche, como siempre tan blanca,
 tan misteriosa y hechizante; reverberando su luz en rincones secretos,
 bañando nuestros sueños de redondeces ansiadas y plenitudes añoradas.
 ¡Silencio!
 La dama blanca nos envuelve con su calma.
 ¡Dejémosla hacer!